Foro Iberoamericano Sobre Migracion Y Desarrollo
EXPOSICIÓN DEL SR. DIRECTOR NACIONAL DE MIGRACIONES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA. DR. MARTÍN A. ARIAS DUVAL

Hace muy pocos días se cumplieron diecisiete años de la firma del Tratado de Asunción, que dio inicio a un interesantísimo proceso de consolidación de las relaciones multilaterales de los países que conforman nuestra región.

El veintiséis de marzo de mil novecientos noventa y uno nació un renovado proyecto político de integración y desarrollo económico y social en Latinoamérica: el MERCOSUR.

La aparición de grandes espacios económicos en un mundo globalizado; las asociaciones voluntarias de Naciones en diversos lugares del planeta, y la necesidad de nuestros países de buscar una respuesta adecuada al nuevo orden de cosas que el contexto internacional nos presentaba, revitalizó el esfuerzo de la región por concretar aquel anhelado sueño de la Patria Grande Latinoamericana.

Numerosos instrumentos previos a la firma del Tratado de Asunción resaltaron que “… la integración económica regional constituye uno de los principales medios para que los países de América Latina puedan acelerar su proceso de desarrollo económico y social a fin de asegurar un mejor nivel de vida para sus pueblos…”

Es innegable que, como en casi todos los procesos como el que comentamos, el MERCOSUR apareció como un fuerte intento de resolver temas arancelarios, conformar acuerdos comerciales y posicionar la región en un marco de competitividad; pero no es menos cierto que la economía no constituye un fin en sí mismo. La economía cobra sentido, en su real dimensión, cuando se la relaciona con el bienestar de los pueblos.

Y cuando nos referimos al bienestar de los pueblos debemos pensar en la armonización de los intereses nacionales de cada uno de nuestros países, sin perder jamás de vista que los elementos que caracterizan a todo Estado son la población, el territorio y el poder. Es por ello que el mentado bienestar de los pueblos no puede ser considerado sino como bienestar de los seres humanos, que habitan un territorio determinado sometido a una autoridad que lo administra y dirime los conflictos que la convivencia suele plantear.

De ahí la importancia crucial de los avances que en materia de integración está logrando el MERCOSUR. Es que nuestra mirada sobre el bienestar no se reduce al buen pasar económico o financiero; se relaciona íntimamente con aquello que constituye la esencia del ser humano, con el reconocimiento de un status particular que la condición de persona, individual y socialmente considerada genera.

La situación asociativa actual de los países del MERCOSUR y Estados Asociados ha evolucionado al punto de revalorizar aquel pasado común que nos hermana, a superar toda hipótesis de conflicto fronterizo, y a colocarnos en la posición de privilegio que nos brinda el contexto de la vecindad.

En esa línea de pensamiento, la cuestión migratoria no podía quedar al margen y por ello hoy podemos exhibir un nuevo abordaje a ese fenómeno social.

Conciente de que la legalidad es la base de toda sociedad democrática y que la regularidad migratoria es la base de la real integración del migrante a la sociedad de recepción, Argentina entiende que es responsabilidad de los gobiernos crear mecanismos de fácil acceso a la regularidad migratoria y actúa en consecuencia creando un mecanismo fácil que permita a aquellos hombre de buena voluntad nacionales de países hermanos residir en nuestro territorio ajustándose a la normativa.

Y lo hace no como una medida espasmódica o aislada, lo hace convencida del aporte que para el desarrollo de un país implican los migrantes, convencida de que la irregularidad migratoria atenta contra la dignidad de las personas y de que la seguridad humana solo se logra mediante el respeto de los derechos humanos y con el fortalecimiento de las democracias, convencida de aquello que se afirmó en la citada Declaración de Principios Migratorios de Santiago.

Argentina inicia la implementación de esta política de apertura cuando atravesaba una profunda crisis económica. Hoy cuatro años mas tarde y con 800.000 extranjeros que han regularizado su situación en ese lapso, está en condiciones de desterrar algunos falsos mitos que se ciernen sobre las migraciones.

Efectivamente cuando se inicia la implementación de esta política Argentina registraba una tasa de desocupación de aproximadamente un 18 % y la economía estaba en crisis hoy la tasa de desocupación ronda el 8% y la economía registra un notable repunte. Esta claro que la mejora no se debe exclusivamente a los 800.000 regularizados, son muchos los factores que han incidido en ello, pero queda demostrado empíricamente que este tipo de política migratoria no influye en forma negativa ni en la tasa de desempleo no en los sistemas económicos.

Estamos convencidos de que la economía y el desarrollo no son fines en si mismos, el fin último es el bienestar del hombre.

La sociedad internacional en su conjunto debe trabajar de forma coordinada y responsable en la búsqueda del bien de la humanidad. Los procesos de regionalización como el MERCOSUR resultan una excelente plataforma para esa búsqueda.

Suele decirse que los países de nuestra región tenemos aspiraciones que despiertan inquietud en otras partes del mundo. El MERCOSUR es una herramienta para concretar esas aspiraciones, no para despertar inquietud sino para inspirar respeto.